¿Creen ustedes que la misericordia de la Ley permitiría que un alma inocente compareciera ante el Tribunal Kármico, para aceptar una reculada de energía cuyo manejo estuviera allende su capacidad? Para eso fue que se creó el Tribunal Kármico, Mis amados, para juzgar lo que el alma puede soportar, para darle oportunidad al alma, para redimir cierta cantidad de energía en el transcurso de una vida terrena, NO PARA RECARGARLA CON TAL PRESIÓN DE KARMA DESTRUCTIVO QUE NO SE LOGRE PROGRESO ALGUNO.
Quiero sacar para siempre de sus mentes, todo pensamiento de que el Tribunal Kármico es un Tribunal de juicio en el sentido de castigo. La más grande oportunidad en el mundo se les presenta cuando la energía regresa a ustedes para corregir las cosas. LA MÁS GRANDE OPORTUNIDAD EN EL MUNDO CONSISTE EN UTILIZAR ESTA LLAMA DE LIBERACIÓN Y PARARSE IMPERTÉRRITO, CENTRADO Y EQUILIBRADO DENTRO DE SU PROPIA LLAMA DIVINA. Suspendan todo altercado de conciencia negativa en cuanto a temer no haber estado a la altura su Luz, de no merecerse estar entre los Representantes de la Liberación, de no creer que las actividades en los Niveles Internos sean reales, ¡o de no poder dar la talla! ¡Pamplinas! ¡Tontería total! Si hay algo que la fuerza que se propone retrasar el progreso de este Planeta quiere, es tirar el agua fría de indiferencia y letargo sobre la Luz en expansión dentro del alma de ustedes. El letargo, la indiferencia y la auto-condenación que, de por sí, parecen inofensivos, son realmente malignos.
Piensen en aquellos de Nosotros que, solos, alcanzamos la Victoria y la Liberación —centuria tras centuria encontrando cuevas secretas y lugares en que podíamos escondernos, esforzándonos allí —junto con algunas almas valientes como nosotros mismos— en contactar la Hueste Ascendida de Luz. Deseábamos recibir Su Instrucción, y luego experimentar con la magnetización, invocación y dirección de los Rayos de Luz. No había nadie que nos dijera si éramos hechiceros, o si estábamos en el sendero correcto. Lo único que nos dirigía era la Llama de nuestro corazón. Sin embargo, si hubiéramos permitido que estas cualidades negativas nos hicieran sentir temor, todavía estaríamos dentro de las masas ortodoxas.
Libro: Diario de "El Puente a la Libertad" Saint Germain, vol.2, Serapis Bey editores
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