No puedes vislumbrar cuán grande es la necesidad de que el ser externo esté armonizado si es que la plenitud de la Perfección Interna y del Poder habrán de expresarse en tu vida externa. No puede hacerse el suficiente énfasis sobre la importancia de mantener un sentimiento de Paz, Amor y Serenidad en el yo inferior, ya que cuando se logra esto, la “Magna Presencia de Dios Interna” puede actuar irrestrictamente en un instante.
En el logro de la Maestría o Adeptado, el control consciente de todas las fuerzas y la manipulación de la sustancia dependen, primero, del RECONOCIMIENTO DE TU PROPIO SER DIVINO INDIVIDUAL; segundo, de la PERFECTA SERENIDAD DE SENTIMIENTO bajo toda circunstancia; y, tercero, ESTAR POR ENCIMA DE TODA TENTACIÓN DE UTILIZAR MAL EL PODER. El aquietamiento de todas las emociones ante el comando de la voluntad consciente es imperativo, y la demanda de ello en el Adepto es incondicional si se habrá de alcanzar el Dominio.
Esto NO entraña una represión de la discordia en el propio interior, sino que se trata de un aquietamiento y armonización de los sentimientos sin importar las circunstancias que puedan rodear la mente o el cuerpo del estudiante. Semejante control no le resulta para nada fácil a la humanidad del mundo occidental, ya que el temperamento de la mayoría de los occidentales es sensible, emocional e impulsivo. Esta característica es energía de un poder tremendo. Tiene que ser controlada, mantenida en reserva, y descargada únicamente a través de una orientación consciente para el logro de algo constructivo. El individuo no puede (ni podrá jamás) lograr un progreso permanente en tanto que este desperdicio de energía no se suspenda y sea puesto bajo control.
La necesidad del estudiante, sin importar qué edad pueda tener, es aquietarse a menudo en el transcurso del día para permitir que las Energías, Directrices, Radiación y Poder de la Presencia fluyan dentro de (y alimenten a) los cuerpos inferiores y la conciencia externa. En Oriente, la práctica de la meditación concentrada sobre la Fuente Suprema precede a toda actividad. En Occidente, donde los requerimientos de cada hora parecen exigir la atención y las energías, este período de comunión espiritual a menudo se descuida, confirmándose con un sentimiento de vanagloria de la propia rectitud en cuanto a que el servicio es tan grande que literalmente no hay tiempo para “aquietarse y saber que YO SOY Dios”.
Libro: Sendero de Luz
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