El Credo Cristiano



 POR D.T. MARCHES

 [Seudónimo de Mary Lehane Innocente, madre de Geraldine Innocente]

(Julio de 1953)

“Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra, y en Jesucristo, Su único hijo, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de María la virgen”. Las primeras líneas del credo cristiano ortodoxo constituyen un abrumador reconocimiento del Creador Uno y de Cristo, su único hijo, quien fuera concebido por el Espíritu Santo y nacido a través de María.

Los fundadores de la Iglesia Cristiana promulgaron la idea de que Jesús – el individuo, y no la Naturaleza Crística – era el único hijo engendrado del Padre, quién dejó al resto de la humanidad contemplando una Perfección que nunca podrían esperar alcanzar en virtud de la posición única de Jesús como el ÚNICO HIJO de Dios-Padre. Sin embargo, Jesús no confirmó este alegato de la iglesia, ya que Él decía: “no me llamen Maestro Bueno” [cf. Mateo 19:16-17] y por otra parte “no soy yo, sino el Padre que mora en mí, quién hace las obras” [Juan 14:10]. Jesús nunca afirmó ser diferente de los compañeros y discípulos con quienes se asoció, excepto en el control de sus facultades de pensamiento y sentimiento.

Las enseñanzas del Maestro Jesús orientaron una y otra vez al hombre hacia el “Padre Dios” y hacía la unificación de la conciencia individual con la voluntad del Padre. “No sea como yo quiero, sino como Tú” [Mateo 26:39]. Se esforzó por cargar los sentimientos de la gente con confianza y fe en el Poder Divino mediante el cual realizaba todos los aparentes milagros de sanación y conversión. En muchas ocasiones llegó a decir, “conforme a vuestra fe os sea hecho” [V.G. Mateo 9:29 et. al.].

Jesús enseñó que el hombre es un ser pensante y sensible, y que allí yace su semejanza al Padre Celestial, quién mediante pensamiento y sentimiento creó un universo, lo pobló y lo sostiene hasta el día de hoy.

El hombre vivió durante aeones en el corazón de Dios (en el Ámbito Celestial) donde su espíritu alcanzó su plena madurez, custodiado, guiado e instruido por Seres Divinos Inteligentes que habían alcanzado anteriormente su madurez. Cuando llegó el momento para que estos Seres Divinos en embrión avanzaran y aprendieran – mediante sus experiencias individuales – la Ley que gobierna la creación, bellos cuerpos de luz fueron preparados para ellos y, así, asumieron su morada en los diversos planetas, preparados de antemano para su recepción. Algunos de ellos llegaron al planeta Tierra, y durante eras vivieron felizmente, realizando su Plan Divino en paz y felicidad, regresando a casa después de haber aprendido sus lecciones.


Libro: Diario de "El Puente a la Libertad" Jesus




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