En el principio, cada uno de nosotros vino adelante como una Chispa Divina desde el Corazón de Dios, una Inteligencia Divina Individualizada, capaz de pensamiento, sentimiento y acción, y dotada por el Progenitor Divino con ese cierto derecho inalienable de libertad para retratar según el Patrón Divino dentro del corazón. Es así que la Luz de Dios se expande a través de cada uno de Sus hijos. Cada ser humano, por tanto, es un “Sol” de Luz irradiando una Cualidad de Dios específica para la bendición de su prójimo. Que ahora se encuentre temporalmente ocultando su Luz debajo de un cesto de manera tal que su radiación no sea percibida por el mundo que le rodea, no disminuye el hecho de que es un “Sol” potencial.
A lo largo de aeones, cada uno ha venido llevando dentro de su corazón no sólo el privilegio sino también la responsabilidad de dejar brillar su propia luz. Algunos han venido a inspirar fe, valor, fuerza, obediencia iluminada, humildad espiritual, y respeto hacia Dios; otros, tolerancia y paciencia. Algunos han venido a proyectar constancia, fortaleza y resistencia espiritual; algunos otros, concentración y consagración al servicio a Dios y al prójimo; más aún, otros están dotados con los regalos de piedad, reverencia y gracia, mientras que otros ofrecen dignidad espiritual, serenidad y equilibrio. Estas son las cualidades que estaríamos expresando si estuviéramos irradiando nuestra Luz como verdaderos “Soles” del Padre en los Cielos.
Libro: Los Maestros Ascendidos escriben el libro de la vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario